sábado, 23 de julio de 2016

La vereda

(...) y sentado frente a un libro descubrió que aquello que quería se había marchado. Cada vez que respiraba el aire se le atragantaba. Una puñalada de existencia le recorría su cuerpo bañado en alcohol. Llevaba leyendo la misma página diez minutos, seguía empeñado en olvidar la realidad y cambiarla por la realidad literaria. Menos dolorosa, menos cruel. Quería ser una 'Alicia', un 'Mr. Hyde', un 'Alexander Supertramp'; pero seguía siendo aquel triste borracho con el corazón roto sentado frente a un libro.

Y eso..., eso lo estaba matando.